Así como la podología tiene una papel fundamental en la práctica de deportes como el fútbol o el baloncesto, también la tiene en el ciclismo, aunque en este caso sea una máquina la que realiza el gesto deportivo.
El gesto deportivo es el movimiento especifico y característico de una disciplina deportiva, en este caso el pedaleo, a través del cual el ciclista tratará de poner todas sus fuerzas y cualidades mediante la interacción pie-pedal. Aquí es donde entra la figura del podologo.
El podólogo debe velar por una unión perfecta y equilibrada ciclista-bici mediante un estudio biomecánico, de manera que se mejore el gesto deportivo, los ángulos que interactúan entre ambos, y que a su vez, reduzca o evite las lesiones.
Para el análisis de los ángulos en dinámica debemos observar:
- la extensión de rodilla: entre el trocánter mayor del fémur, cóndilo externo y tobillo. 145-155º
- el ángulo de los hombros: relación entre la cabeza del radio, el hombro y las costillas flotantes. 80-100º
Para poder modificar con posterioridad estos ángulos debemos atender a:
- longitud de la potencia.
- la altura y retroceso del sillín.
- diferencia de altura entre sillín y manillar.
- posición de las calas.
Pero como en toda práctica deportiva, la elección adecuada del calzado resulta crucial para permitir una correcta movilidad del pie así como para evitar las lesiones específicas de las distintas practicas deportivas.
Este calzado debe ser de suela rígida, para que a la hora de dar la pedalada se tranfiera toda la energía de manera adecuada al pedal. Ligera, ya que los aumentos de peso en el calzado influyen en el rendimiento. Debe adaptarse al pie del ciclista, de manera que se haga un termomoldeado sobre el pie del ciclista. Y con una sujección de talón rígida.
Las zonas de mayor presión deberían observarse en el antepié, concretamente en las cabezas de los metatarsianos centrales, para transferir de manera adecuada toda la fuerza al pedal. El centro de presiones (línea negra) debería transcurrir por las cabezas de los metatarsianos.
La posición de las calas es vital para evitar el desarrollo de lesiones en cadera y rodilla debido a una mala colocación, que se ve reflejado en un mal reparto de presiones y mala posición del centro de presiones.
La posición idónea de las calas es a la altura de la cabeza del primer metatarsiano y en una posición centrada.
La huella que obtenemos en el sillín también puede tener sus repercusiones en la huella de los pies. En condiones normales de simetría, los isquiones (huesos de cada coxal) deberían estar apoyados en la parte ancha del sillín.
Fuente de información: Daniel Pérez Álvarez. Graduado en Podología.
Correo: danielperezpodologo@gmail.com